A propósito de la tocada del Crossing...
En
estos días se anunció la tocada de Crossing Death que celebra 25
años del lanzamiento de su primer disco, y precisamente presentarán
una reedición del mismo. Recuerdo muchas anécdotas y momentos que
me han ligado a esa banda y me remonto al año de 1983, cuando el
Paisa y yo éramos compañeros de clase en el CETIS 109, de hecho
somos contemporáneos pues coincidimos tiempo después en el sorteo
del servicio militar en la Unidad Deportiva. Fue por aquella época,
cuando estrenábamos nuestra cartilla militar, que teníamos un plan:
formar una banda de rock que se llamaría Los hijos del ácido.
El
nombre lo tomamos de una novela de Federico Arana llamada “Las
Jiras”, donde se narra la vida un grupo de rock que sobrevive en
los 60 llamado "Los hijos del ácido", que realiza giras en México, emigran a EU, son deportados,
algunos de los músicos regresan a EU para casarse y conseguir la
ciudadanía pero los mandan de inmediato a Vietnam. El libro está
salpicado de mil situaciones que ocurren en el ambiente de la música
y con un humor muy pulido. Y bueno, aunque el hábito de la lectura
es cosa rara, quién sabe qué cosa tenía ese libro que de pronto me
di cuenta que el Paisa y yo nos sabíamos casi de memoria todas las
desventuras que se narraban en aquella novela.
A
veces estaba con el Paisa en alguna tocada o andábamos en la Obrera,
y al ver una situación en la calle nos recordaba de inmediato algún
capítulo del libro, que es tan bueno que ganó el premio
Villaurrutia en 1973. Así se reforzaba nuestro acuerdo tácito de
formar la banda. Pero un día asistí a un concierto en el Anglo
Americano, y pude ver al Paisa tocando rock pesado con una banda que
me dijeron se llamaba Pervertidor (que después cambiaría a Crossing
Death). Y así Los hijos del ácido de Tampico-Madero se quedaron en
la nada, o casi. Me volví fan del autor de la novela, un tipo
extraordinario: músico rockero de los grandes años del idem,
pintor, mariachi, biólogo, investigador, escritor brillante, etc.
Fui hasta el Chopo por sus discos y otros los conseguí con Toño
Díaz; y de sus libros el más reciente que adquirí fue Insectos que
se comen, que resulta ser su tesis de doctorado.
Al
pasar el tiempo Crossing Death se consolidó gracias a su talento y
buena onda, especialmente por la sensibilidad para componer y
ejecutar la guitarra de Gustavo Herrera. Se han ganado el cariño y
estimación de la gente de la escena, cosa nada fácil. Y el Paisa
logró uno de sus sueños: trabajar en refinería, al igual que
Robert y Tavo. Pero a veces cuando los veo tocando me dan ganas de
parar la música y preguntarle al Paisa, o casi reclamarle ¿y
entonces, qué pasó con la banda Los hijos del ácido que íbamos a
formar? Nos vemos el 16 de diciembre, no será una tocada más.
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