Crossing Death, rock en vivo a 25 años de su primer disco.
Eran casi las dos de la mañana y el concierto llegaba a su fin, los guitarristas aventaban al público calcomanías con el logo de la banda, mientras que desde la batería Juan arrojaba sus baquetas a la audiencia, a manera de remate triunfal de una gran noche de rock pesado. Pero la gente pedía más música. De pronto Gustavo corrige y anuncia un par de canciones más. Acto seguido Juan se levanta de la batería y se acerca al micrófono para decir, con cierto desparpajo y algo de pena “favor de la persona que agarró las baquetas, regresarlas al escenario para concluir el concierto”. Esto solo podría suceder en una tocada de Crossing Death.
Pero
tocadas van y vienen, y algunas dejan huella, en este caso no era
para menos: celebrar los 25 años de haber grabado su primer album
“One life is not enough”. Era predecible la casa llena en el
Metal Sports de la avenida Universidad, que recibía a la gente con
su menú de alitas de pollo y hamburguesas metaleras (y sobre todo
con la cerveza Corona).
La
alineación fue la clásica de la banda con Gustavo Herrera en la
guitarra, Antonio Rodríguez “el Paisa” en la guitarra, Roberto
Alanís en el bajo y Juan Rodríguez en la batería; la primera parte
del show fueron sus canciones del One life… Gustavo y Paisa se
turnaban para anunciar las canciones y agradecer el apoyo de la
gente. Algunas canciones las dedicaban a los nuevos fans “los
pubertos” y otras a sus compañeros de ruta, digamos a sus
contemporáneos; mientras el público aprovechaba para hacer slam y
hasta stage diving (clavados desde el filo del escenario).
Después
de interpretar canciones como la de Una vida no es suficiente o la de
Hombre de Tepexpan, pasaron a la segunda parte del recital con
material de su nueva producción Todos tenemos el mal. Aquí Roberto
se lució cantando precisamente la canción que da título al disco,
donde recita una letanía que bien mirada es un resumen existencial y
declaración de principios acerca de los aficionados al metal, al
rock, al desmadre.
Luego
compartieron el escenario con Ramiro y el Brillo, baterista y
cantante de Aquelarre, para hacer el palomazo. Otros músicos también
acompañaron a la banda en diferentes canciones, ante la algarabía
de la gente cuyo entusiasmo nunca decayó. Pero a la 1:43 de la
mañana, del domingo 17 de diciembre, los oriundos de la colonia
Obrera de Ciudad Madero bajaban ya del escenario. Entre aplausos,
gritos y buena vibra de la gente, quedó claro que la escena local
existe y que los Crossing Death traen cuerda para rato.
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