Las librerías de Tampico en 1987
(Artículo escrito en 2007)
En 1987 yo estudiaba en la prepa Latino, ubicada justo frente a la plaza de Armas de Tampico, a un costado del hotel Inglaterra. Por ese entonces la lectura era como un complemento de mi afición al rock, y procuraba aprovechar que mi prepa estaba en el mero centro para buscar discos y libros. En lo que respecta a libros…
En 1987 yo estudiaba en la prepa Latino, ubicada justo frente a la plaza de Armas de Tampico, a un costado del hotel Inglaterra. Por ese entonces la lectura era como un complemento de mi afición al rock, y procuraba aprovechar que mi prepa estaba en el mero centro para buscar discos y libros. En lo que respecta a libros…
Si caminaba dos cuadras por la acera
de mi escuela en la calle Díaz Mirón llegaba a la librería Cosmos. Me parecía un local
inmenso, y ahora que lo pienso tenía más bien el aspecto de una
biblioteca antigua. Enormes libreros se alzaban en las paredes, robustos
mostradores de madera donde atendían las dependientas y,
distribuidas por el local, mesas y libreros mostrando novedades y
clásicos editoriales. Tenían buen surtido y al menos en esa época
uno podía hojear con calma, digo, a excepción de la temporada de
compra de libros escolares, donde aquello era la locura.
También frecuentaba mucho la
librería Kappa, casi frente al bar Gambrinus en por la calle Juárez, allí combinaban
revistas con libros. La verdad es que aquí más que nada iba por las
revistas, pero siempre me daba tiempo para revisar el surtido de
libros, que no era muy generoso pero valía la pena. Me dio tristeza
cuando cerró sus puertas, debe haber sido a principios de los
noventa.
A media cuadra de donde estaba la
Kappa la Navedo siempre mantuvo buen nivel de surtidopues
entiendo que su dueño es una persona culta en verdad. Tenían muchos libros de la colección de Porrúa "Sepan cuántos..." Con el paso de
los años ha perdido parte de su encanto, pero ha sobrevivido, lo
cual ya es mucho decir en este tipo de negocios.
Una escala obligada para mí era en la acera
del Café Mundo, en la librería Janitzio. Conocida por sus
instrumentos musicales, sobre todo guitarras de Paracho, y los
métodos para aprender a tocar música. En esa época mantenía el
concepto de venta de libros usados, nunca sabía uno lo que iba a
encontrar. Recuerdo muchas enciclopedias dentro de sus vitrinas,
entre armónicas y maracas; y sobre todo una estrecha mesa que
rebosaba de libros usados. Era buen cliente, me cae. Sigue la
librería, pero los libros usados ya casi no, y al parecer el antiguo
dueño ya no está.
Un
buen día descubrí una librería que ahora entiendo era una
auténtica librería de saldos. Se ubicaba a un costado de la plaza de la Libertad, en el edificio La Luz que hoy son las oficinas del SAT. Allí rebosaban de libros, a veces de un
título tenían decenas de copias nuevecitas, a precios tan bajos que
ni ganas daban de robar. Me surtía en serio y me daba un gustazo
remover cajas y pilas de ejemplares, por no hablar de los montones de
revistas de los Supermachos y Agachados que allí compré. Pero un
maldito día se les ocurrió transformar el centro de Tampico en
Histórico y casi lo primero que hicieron fue desalojar los comercios
que había en el edificio La Luz (torterías, fondas, etc.) para
remodelarlo. Durante días y semanas pensé que se habrían cambiado
a otro local, pero nada. Les perdí la pista. Creo que ni nombre
tenía esa librería.
Por
otro lado a veces me iba a Plaza Palmas, donde un tiempo funcionó la
librería El Olivar, muy pequeña pero bien surtida. Recuerdo que era
administrada por un matrimonio joven. Yo pensaba que su ubicación
era excelente, pues por aquel tiempo esa plaza era punto obligado de
reunión para la sociedad tampiqueña. Pero los libros era una
diversión digamos muy exótica todavía, así que pronto cerró sus
puertas. No sin antes comprarme allí Maten al León de
Ibarguengoitia.
Y
quizá la librería más impresionante que hemos tenido en Tampico ha sido la de Cristal, que tenía
una ubicación singular, en plaza Las Américas, donde estaba Comercial Mexicana y los Cinemas
Gemelos 70. Funcionaba ya a principios de los ochentas y allí me
pasaba horas y horas. Tenían un surtido en verdad impresionante,
todo muy ordenado, colecciones fabulosas; y en su momento discos y
videos. Cómo añoro recorrer sus estantes.
Tengo
que mencionar la librería Universitaria, precisamente en la avenida
universidad en terrenos de la misma. Fui pocas veces pues parecía
aquello una suerte de bodega; muy reducida, mal servicio. Aun así me
animaba a explorar sus pocos libreros pero creo que nunca encontré
algo interesante. No duró mucho.
Por
otro lado, supermercados y tiendas de autoservicio como Blanco
Palmas, Del Centro, Comercial Mexicana o las Tiendas de Consumo del
sindicato petrolero; en su momento llegaron a tener secciones de
libros bastante surtidas, pero con el tiempo todas se extinguieron:
las secciones y hasta las tiendas.
Hasta
que un día llegó Liverpool a quitarnos un poco lo provinciano. Allí
sí me daba vuelo con los libros importados, sobre todo los de
música: enciclopedias del rock, biografías de supergrupos, etc. y a
precios no tan disparatados. Muchos libros de arte, muchas novedades,
libros infantiles, novelas. Un gusto ir a ver los libros, por no
hablar de los discos.
Más
tarde llegó VIPs y fue otro trancazo, aunque más bien en revistas,
sobre todo las importadas; también había libros.
¿Dónde
compro libros hoy? El paisaje es bien distinto, han pasado veinte
años de cuando salía de mi salón de la prepa Latino y enfilaba por
la Díaz Mirón; pero lo que se hace hábito no se quita fácilmente.
Escribiré lo mismo pero en 2017.
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