Las bibliotecas del siglo XXI, esperando a sus lectores.

 

Hace más de dos mil años en Egipto existió la más fantástica biblioteca que hubo jamás, con casi un millón de pergaminos la biblioteca de Alejandría ha sido la más impresionante de todas en la historia de la humanidad. Pero en el siglo XXI parece que el conocimiento humano cabe en la palma de la mano, en el celular. Las bibliotecas entonces parecen ya algo anticuado, caduco, de otro siglo, de otro milenio.


MUCHA GENTE NO SABE QUE TODAVÍA EXISTIMOS
More Castillo es responsable de la dirección de las bibliotecas públicas municipales en Tampico, que suman seis incluyendo la del Palacio Municipal “Jesús Quintana”, y se ubican en las colonias Morelos, Infonavit, Borreguerra, Laguna de la Puerta y la de la Casa de la Cultura.

En la biblioteca municipal se lleva a cabo un programa de actividades culturales con conferencias, tardeadas poéticas y literarias con el fin de acercar a las personas, porque More reconoce que “hay muchísima gente que no sabe que todavía existen las bibliotecas, creen que todo se puede solucionar por internet. Pero nada hay más agradable que paladear y saborear un libro”. 

Al mediodía llegan aquí estudiantes que salen de la escuela para realizar sus tareas y también adultos que vienen a leer periódicos o revistas. Tienen actividades para niños como el programa de cine donde realizan recorridos por la biblioteca y llevan a cabo dinámicas de valores.

Cuentan con entre 30 o 35 mil libros. Sus ejemplares más valiosos se encuentran en el mezzanine, entre ellos algunos libros del siglo XIX. Dependen de la Red Nacional de Bibliotecas para integrar nuevos libros y también reciben donaciones. More considera que el ambiente que proporciona una biblioteca nunca será lo mismo al ambiente frío de una computadora o de un libro electrónico. Difunden sus actividades por medio de su Facebook @bibliotecasopublicastampico.

EL AUGE PETROLERO ESTÁ EN LOS LIBROS
Valente Mellado Lorenzo es subdirector de Educación y encargado de la biblioteca municipal de Ciudad Madero, que se encuentra en el piso superior del gimnasio Américo Villarreal Guerra, con unos 6 mil volúmenes en su acervo. Además administra las bibliotecas de los parques comunitarios conocidos como Tamules.

Cuenta con tres salas, la general, la infantil y el centro digital. Su acervo se ha integrado por las donaciones de ciudadanos, instituciones y por la Red Nacional de Bibliotecas. De la gente que asiste aquí nos dice “desafortunadamente en todas las ciudades el uso de las bibliotecas ha ido a la baja, porque ahora en cualquier máquina se tiene acceso a la información, por eso implementamos otras estrategias para atraer gente”, como sus cursos de computación para adultos mayores, de inglés y manualidades; incluso círculos de lectura.

“Viene mucha gente a buscar información sobre el auge petrolero, pienso que es porque Madero es una ciudad dedicada a esa industria, por eso el gran interés de los usuarios”. En redes sociales sus convocatorias o cursos las publican en el Facebook de la dirección de Educación, aunque ya están gestionando abrir un Facebook propio.

Valente reconoce que el acervo bibliográfico físico debe continuar, pero “el futuro es la digitalización, que podamos acceder por ese medio a cualquier libro”. Pero ello depende de las decisiones de la Red Nacional de Bibliotecas. Y a propósito indica que debería existir un mayor acercamiento de esta red con las bibliotecas municipales para que ellos evalúen las condiciones en que se encuentran.

SI ENGANCHAS AL NIÑO, ENGANCHAS AL PAPÁ
La Sra. Elda Leticia Alvizo Meza es la encargada de la biblioteca Rafael Ramírez Heredia del Espacio Cultural Metropolitano (ECM). Ella nos dice que mucha gente al escuchar la palabra biblioteca piensa “ay, no, ¡nos van a poner a leer!”, pero tenemos que dar otra imagen, engancharlos de otra manera a la lectura.

Esta biblioteca depende y cumple los lineamientos de la Coordinación Estatal de Bibliotecas del Instituto Tamaulipeco de la Cultura y las Artes (ITCA), que a su vez se enlaza con la Red Nacional de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Tiene un acervo de unos 16 mil libros, entre ellos la biblioteca particular del escritor tampiqueño Rafael Ramírez Heredia. Desde 2012 obtuvo la distinción de Biblioteca Modelo. Cuenta con una sección de libros de Tamaulipas, algunos de ellos donados por el señor Gerardo Gómez Castillo y otros del Instituto de Investigaciones Históricas de la UAT, por una gestión de las propias bibliotecarias.

Del público que viene a consultar admite “esta es una biblioteca de adultos y bebés; jóvenes sí vienen pero muy pocos”. Lo atribuye a que para los estudiantes es más fácil entrar a páginas web de referencia que les dan los maestros; o descargan libros en su celular, tableta o computadora. “Pero a los adultos les interesa el contacto físico: tocar, hojear y explorar el libro”.

En su sala de usos múltiples se realizan funciones de cine, conferencias y charlas literarias. Además “yo realizo recorridos a grupos escolares, le agrego actividades para hacerlos atractivos, hay que poner un extra, un plus a nuestro trabajo. Y algunos niños se enganchan a la biblioteca y regresan después con sus papás, y los señores me dicen que los trajo su hijo porque en sus escuela los lelvaron a una visita guiada”.

Realizan un calendario de actividades mensual que se difunde por las redes sociales del ECM. De la visión y futuro de la biblioteca “eso depende de las ganas que le echen nuestras autoridades, ellos nos marcan lineamientos concretos. Nosotros como bibliotecarios hemos tenido iniciativas propias como los talleres de literatura para niños, porque hemos recibido capacitación para ello”.

UNA SEÑORA QUE SIEMPRE ESTÁ CALLANDO A LOS ALUMNOS
En la biblioteca Rodolfo Sandoval Alvarez de la Universidad del Noreste (UNE), su responsable es el Ing, Carlos Augusto Flores y tiene claro que aquí “procuramos alejarnos de la imagen de la biblioteca clásica, donde siempre encuentras a una señora callando a los alumnos; nosotros tratamos de hacer una biblioteca más amigable”. Y lo logran, pues al entrar a esta biblioteca el ambiente es como de una animada cafetería estudiantil, y para nada una biblioteca.

Con más de 25 mil ejemplares aquí el imperativo es atender a los alumnos de las carreras y especialidades. Es de vital importancia la adquisición y actualización de material bibliográfico por lo menos cada 6 meses, libros requeridos por alumnos y catedráticos. Abunda que “como institución educativa debemos aprobar de manera constante procesos de certificación de las carreras, se analiza todo desde programas de estudios, docentes, instalaciones y llegan hasta la biblioteca, donde se exige actualización de fuentes de consulta, incluso se exige tener contratadas plataformas de consulta digital especializadas”.

Cuenta con salas de lectura para hacer trabajos en equipo y módulos individuales para los alumnos que quieren concentrarse. Para su promoción se integran a las redes sociales administradas por el departamento de comunicación de la UNE y cuentan con un micro sitio en su web.

Carlos nos indica que “cuando determinado libro es importante para el alumno seguro lo comprará en formato físico, aunque ya lo tenga en su computadora”. Por ello desde su punto de vista, desde hoy y a futuro, van a convivir los dos formatos: el físico y el digital. Además en esta biblioteca se albergan las tesis profesionales de los alumnos, que ahora ya resguardan en el clásico formato físico encuadernadas y en los modernos formatos digitales.


ESPERANDO A LOS LECTORES
Se dice que la biblioteca de Alejandría llegó a ser depositaria de las copias de todos los libros del mundo antiguo. Incluso tuvo un zoológico con especies animales de todas las tierras conocidas en su momento, y quién sabe, quizá el zoológico fue una estrategia para atraer público y difundir mejor sus actividades. Mientras tanto, dos mil años después, las bibliotecas del siglo XXI en la zona sur de Tamaulipas siguen silenciosas, viviendo en la era digital y esperando a sus lectores.

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