¿Qué necesita la marimba de Tampico?

 La música de la marimba le da estilo al centro de Tampico, le da ese aire nostálgico, pueblerino, de fiesta, y sobre todo encaja como un atractivo turístico más para nuestro Centro Histórico. Se trata de un combo musical integrado principalmente por personas de lo que ahora llamamos tercera edad y que interpretan sobre todo danzón, pero también cumbias, valses, cha cha chá y hasta rocanrol. Han hecho su centro de operaciones en la calle peatonal Díaz Mirón y cada día han conectado más con la gente, que feliz, se arremolina para escucharlos y bailar con su música.

Y todo marchaba perfecto hasta que un día el líder de los comerciantes deslizó una extraña declaración en la prensa, algo así como “deberían quitar a los músicos callejeros, pues dan muy mal aspecto al centro”.
En las redes sociales llegaron en cascada los comentarios de la gente ofendida por las palabras del comerciante, el ánimo era que se estaba atacando a una genuina expresión artística de la ciudad. Casi se llegaba al linchamiento mediático, pero afortunadamente se decidieron por canalizar el descontento a través de una marcha y una especie de acto de desagravio. Fue una gran convocatoria con músicos locales, que tocaron e hicieron grande la fiesta reivindicando el derecho de los músicos a ejercer su arte en la calle y así ganarse unas monedas.
Estos músicos son profesionales; las percusiones, el bajo eléctrico y, ni hablar de la marimba, son ejecutadas con maestría. Seguramente muchos de ellos acompañaron a las estrellas musicales y orquestas de antaño. Deben haber recorrido los circuitos musicales del Tampico de épocas pasadas y no sería raro que algunos de ellos sean leyendas musicales hoy olvidadas, que deben conformarse con actuar en la calle peatonal en condiciones muy precarias.
El ayuntamiento tampiqueño se sumó de una manera singular al asunto, hizo entrega, poco después, de uniformes a los músicos de la marimba “para que den un mejor aspecto al turismo”. Más que extraña fue una manera casi ofensiva de tratarlos, pero en fin.
Así las cosas, la marimba sigue tocando pero algo quedó inconcluso, por primera vez estos músicos estuvieron en el candelero y al parecer no se aprovechó esta coyuntura para apoyarlos de verdad. Lo más elemental es que ellos pudieran estar tocando en algún lugar fijo, ya sea restaurante, fonda, taquería, etc., donde además de un techo tuvieran un ingreso básico asegurado. Incluso, podrían realizar presentaciones formales en alguna de las varias salas de concierto que hay en la ciudad. Una visita a un estudio de grabación profesional para editar un disco no sería mala idea, al menos para dejar registro de su arte. Y ya acelerados, a lo mejor aplican para una beca artística gubernamental, ¿por qué no?
Posiblemente, lo mejor sería preguntarle a ellos qué necesitan, quizá solo que no los molesten, a lo mejor se conformarían con que la gente sea más generosa a la hora de brindarles unas monedas. Y allí siguen armando buen ambiente, a veces los veo en la noche empujando un diablito con sus instrumentos para depositarlos en la pequeña cajuela de los taxis modernos. Me intriga saber qué habrán hecho con los uniformes que les entregaron las autoridades, en sencilla pero emotiva ceremonia. A fin de cuentas, con uniformes o sin ellos, su música siempre dará buen aspecto y alegría a nuestra ciudad.

PUBLICADO EN 2015, EN TALLER DE COLUMNA PERIODÍSTICA DE XIMENA PEREDO.

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